Me ha tenido todo el día
tumbada o sentada en la alfombra
a sus pies, vestida
sólo con el collar y las bailarinas.
Obligada a despalzarme a gatas
por el frío suelo, la he seguido
a todas partes.
He comido un de bowl arroz blanco.
La tarde ha sido larga, ella
la ha pasado leyendo un libro en su sillón.
Yo no tenía nada que hacer.
Cada vez que me he dormido
me ha despertado de una palmada
o metiéndome el pulgar en el culo.
Sólo podía estar allí, tumbada,
mirándola todo el rato.
Haciendo cara de mala,
de indefensa, de traviesa,
deseando que se acabe
la puta novela.
Hace cinco minutos
ha cerrado el libro y se ha ido.
Hoy no me siento utilizada
y eso me jode.
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