lunes, 12 de octubre de 2009

El bonguista

La hoguera de la playa
todavía echa humo.
Un par de piernas bajan la escalera.
Esta noche dormí caliente.
Los brazos del percusionista
eran fuertes, fibrosos.
Me invitó a una manzana pecadora
y a un cigarro de liar.
Sólo tuve que obligarle a ducharse.
Me lo dio todo.
Me dio un concierto,
un akelarre en la playa,
también hicimos música
y bailes entre sábanas.
Cuando calló rendido,
me fuí a escribir al salón.
Con ése insomnio caliente mío.
Ahora, repuesto,
tiene más ritmos que enseñarme.

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