Oh, diosa!
Desde mi humildad,
desde mi pequeñez,
te rindo culto en cuerpo y alma.
El dolor es para mí una bendición
si me lo inflinges tú.
La espera, la impaciencia,
fortalecen mi débil espíritu.
Que siga la tortura,
que no cese el sufrimiento.
Que mi sacrificio corporal
te haga más grande.
Que, de entre todas tus acólitas,
tenga a la diosa a mi favor.
Que no me olvides, mi diosa.
Que tu gracia de tu fusta
sea concedida de nuevo
para tu fiel Violeta.
A tus pies me arrastro
azotada, desnuda.
domingo, 18 de octubre de 2009
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Te he leído y me he acordado de Madonna en la época del Erotica,... pero no me hagas mucho caso. Hoy me he despertado un poco así...
ResponderEliminarBesitos.
¡Yo también quiero una!
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