Por mucho que me duela,
debo continuar.
Ahí te quedas, macho.
Me vuelvo a poner el vestido
y salgo a la calle.
Aunque llevo tacones
voy patinando al banco.
El señor director
me mete en el despacho.
Advierte algo,
aunque no sabe qué.
Pasados los saludos y chorradas
algo me explica,
aunque no se qué.
Hace cinco minutos estaba
a cuatro patas.
Me han faltado los bises,
yo así no me puedo concentrar.
Venta aplazada.
No, no es culpa tuya,
Jerónimo o cómo te llames,
es que yo no puedo.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
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Normal, a ver quien curra sin tomar café.
ResponderEliminarBeso Violeta
¿Para eso te fuiste?
ResponderEliminar¿Para montar el número en el banco?
No hay quién te entienda.
No podía apartar la vista de los grumos de tu falda.
ResponderEliminarCuando no están, no están.
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